
Como la primera vez
“Todo problema tiene un pasado y un futuro…” (Sydney, R.,1986)
Se dice que el pasado nos acompaña en cada paso que damos, que es difícil dejarlo atrás porque incluso a nivel inconsciente marca y dirige nuestras acciones presentes. Visto así, la cosa suena poco prometedora, como si nuestro destino estuviera determinado años atrás.
En consulta observo que algunas personas ponen en la mesa su pasado como tarjeta de presentación. Es una manera de decir: si hago esto o soy de esta forma es porque mi pasado me está influyendo, compréndeme! Y, lo comprendo, yo también tengo un pasado.
Pero, ¿y si dejásemos el pasado en su lugar y cada acción que emprendiésemos lo hiciésemos como si fuese la primera vez? Me refiero a hacer las cosas como si fuese nuestra primera cita amorosa: una cita perfumada por el entusiasmo de experimentar algo nuevo, vestida para la incertidumbre que despierta mariposas en el estómago ante lo novedoso, guiada por una emoción sin prejuicios ni expectativas supeditadas a la experiencia pasada.
Como M. Erickson transmite en sus relatos, si uno piensa que lo que hace lo hace por primera vez, no habrá pasado que provoque ansiedad porque todas las expectativas serán positivas dado que no hay antecedentes que digan lo contrario.
Estoy convencida que las personas resilentes, aquellas que superan sus dificultades en la vida, son capaces de centrar el foco hacia el futuro actuando como si empezasen de cero. Encaran sus pasos como si fuesen niños que aprenden a caminar y a los que el miedo, que a veces retorna la experiencia, no interfiriese en su trayecto.
¿Y si se le concede espacio al pasado, sin ignorarlo, pero en el lugar que le corresponde y no dejando que inunde el presente ni ahogue el futuro? Quizá retorne la pasión por calzarnos de forma más adecuada para emprender nuevos caminos.
Hoy, una nueva oportunidad,
El ayer es pasado, el mañana es futuro
Y todo lo que tengo hoy es un día más
Para conocerte un poco más… (Kike Pavón y funky, 2013)